martes, julio 31, 2007

Une autre tentative d'épuisement

Georges Perec
Tentative d'épuisement d'un lieu parisien
Christian Bourgois Éditeur, 2003. 60 páginas
ISBN 2-267-00326-0

En esta obra, Georges Perec intenta agotar la Place Saint-Sulpice de París, narrando lo que pasa cuando no pasa nada: el tiempo, la gente, los coches, las nubes. Como homenaje al autor, realizaremos aquí una tentativa similar, realizada en el mismo lugar, el 29 de julio de 2007. Vila-Matas realizó un homenaje similar, con toda seguridad más afortunado, en la crónica de EL PAÍS Tentativa de agotar la plaza Rovira, publicada a principios de septiembre de 1996, y hoy inencontrable.

Fecha: 29 de julio de 2007
Hora: 22 h. 45 m.
Lugar: Café de la Mairie, Place Saint-Sulpice
Tiempo: Despejado, caluroso

me siento en una mesa de la terraza del Café de la Mairie, de cara a la plaza. Pido una Leffe. 4,80 euros.

en una mesa enfrente de la mía, se sienta un grupo ruidoso de americanos

empiezo a leer Tentative d'épuisement d'un lieu parisien. Pasan muchos autobuses, entre ellos el 96. Pasa un Ferrari negro por la rue Bonaparte. A estas horas, ninguna paloma en la plaza

en una mesa a la izquierda de la mía, se sientan dos parejas. No parecen turistas

pago al camarero las 4,80. Inadvertidamente, le he dado 4,78. Amablemente, me saca de mi error. Cambio la moneda de 2 céntimos por una de 5. Al recogerlas, hace el gesto en broma de examinarlas con atención

acabo la Leffe. Los turistas americanos se han ido. Acabo el libro

voy al servicio. Los dos servicios llenos. Hacen cola dos chichas: una fea y la otra guapa. Sale una mujer del lavabo de señoras, y entra la chica guapa

dentro del café, una chica guapísima, sola, con gafas, fuma y bebe vino rosado

mientras esperamos, entra una tercera chica al lavabo. Comprobando que ambos lavabos están vacíos, se queda dentro, haciendo ver que se lava las manos

comento a la chica fea que la chica que ha entrado se me colará con toda seguridad, cosa que efectivamente sucede

sale la chica guapa, y entra la fea. Me quedo esperando, hasta que sale la tercera chica del lavabo de hombres

finalmente, voy al lavabo

salgo del bar, mirando con odio fingido a la que se ha colado

en la plaza, una chica blanca y un chico negro se besan a tornillo. Sigue sin haber palomas

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viernes, julio 06, 2007

Bestiario


Francisco Ferrer Lerín
El bestiario de Ferrer Lerín
Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg, 2007. 295 páginas.
ISBN 978-84-8109-677-4

El género del Bestiario tiene su origen en la Edad Media. Son los bestiarios un compendio de descripciones de bestias, mejor o peor conocidas por su autor, al que le importa más el valor alegórico y la lección moralizante que la exactitud en la descripción. Este Bestiario que ahora nos presenta Ferrer Lerín no es tanto una obra de autor (al menos en apariencia) sino un compendio de muy variadas fuentes, entre las que destacan el Tesoro de Covarrubias, el Diccionario de Autoridades, y otras fuentes menos fiables, como el Diccionario Infernal de Collin de Plancy, en dudosa edición de la editorial Taber de 1968. Es la forma final que hubo de tomar el proyecto de tesis doctoral del autor, que inicialmente versaba sobre los ornitónimos en el Diccionario de Autoridades, después de que "la persona trabajosamente encontrada para dirigir la tesis muere, por arma blanca, a manos de un subalterno".

Aunque breve, es ésta una obra sustanciosa, en la que el autor es generoso con el lector. Alguien más torpe se habría entusiasmado con alguno de los hallazgos que aquí se cuentan, y les habría dado forma más extensa, con toda seguridad más deficiente. Baste citar, por ejemplo, el caso de Vicente Avellanas, cuyas verrugas, al cortarlas, tenían vida propia; es también memorable la noticia sobre el último oriundo de Comiaces (Salamanca), que vivió largos años en las cloacas de una ciudad alemana, y que a su muerte planteó a los científicos teutones enigmas que con toda seguridad no han sido resueltos aún. Entre otras muchas cosas, también se nos informa de las curiosas y peligrosas costumbres del lagarto ocelado, a las que nos hemos referido en otro sitio, y la terrible historia del agujero del castillo de Carnoet. O la entrada de asno, que empieza:
Animal conocido, doméstico y familiar al hombre, de mucho provecho y poco gasto, de grande servicio y que no da ruido, salvo quando rebuzna, que aquel rato es insufrible.
Los bestiarios medievales mostraban al lector la sabiduría y onmipotencia de Dios, creador de todos los animales que allí se describen. Ahora vivimos en tiempos menos ingenuos, y quizá más extraños y absurdos. Quizá éste sea el único bestiario posible, ahora.

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