sábado, febrero 18, 2006

Metaphysik des Abendlandes



Martin Heidegger
Parmènides
Quaderns Crema, Assaig (2005)
Traducción de Manuel Carbonell
323 páginas
ISBN 84-7727-431-2


Mientras en el semestre de invierno de 1942 a 1943 el ejército alemán era derrotado por el Ejército Rojo en Stalingrado, iniciándose así el principio del fin del Tercer Reich, Martin Heidegger impartía en la Universidad de Friburgo un curso de título Parménides y Heráclito, aunque realmente versó exclusivamente sobre Parménides. En concreto, sobre tres estrofas del Poema Didáctico, única obra de Parménides de la que se conservan algunos fragmentos. En ese poema, la Diosa Verdad (αληθεια, aletheia) recibe al filósofo al llegar éste a su casa. El texto de ese curso se encuentra en el volumen 54 de las Obras Completas de nuestro hombre, y se nos ofrece ahora en Quaderns Crema en traducción al catalán de Manuel Carbonell (transcribo literalmente su nombre tal como aparece en la portada).



Aunque al principio Heidegger intenta atenerse al temario del curso, poco a poco el discurso va derivando en una meditación sobre el significado que la αληθεια tenía para los antiguos griegos, más concretamente para los por él llamados pensadores iniciales (Parménides, Heráclito y Anaximandro). Todo es bastante confuso, pero al parecer para los griegos la verdad tenía un sentido radicalmente distinto del que tiene para nosotros (recibido de una versión romanizada de Platón y Aristóteles). Para los pensadores iniciales, la verdad no es la adecuación del intelecto a las cosas, sino una Unverborgenheit o desocultación (traducida por Carbonell como il·latència) del Ser. Y el hecho de que la distinción entre Sujeto y Objeto (la cual desde Descartes es para nosotros una segunda piel) no tiene ningún sentido para los antiguos griegos, no hace más que complicarlo todo aun más. Y a lo largo de la meditación van desfilando (entre otros) Homero, Nietzsche, Burckhardt, Splenger (al que pone a caer de un burro), Hegel, Platón y Rilke; se hace un elogio de la escritura manuscrita ("escriure a màquina té l'avantatge d'ocultar la grafia de la mà que escriu i, amb això, el carácter de la persona", p. 163) y se nos brindan pasajes de Heidegger en estado puro, como la muestra de la página 291:


Només i exclusivament l'home veu sempre en l'obert entès en el sentit del lliure, en tant que el qual cada vegada l'"és" allibera a tot ens lliurant-lo a si mateix i des d'aquest alliberament esguarda l'home en la guarda que aquest fa de l'obert.

La traducción de Manuel Carbonell tiene el mérito de estar hecha desde cero, sin influencias de la terminología establecida en castellano. Traducir una obra como ésta es una tarea de gran dificultad: exige comprender la obra en su integridad, y construir neologismos que permitan reconstruir las derivas etimológicas de Heidegger (gran parte de sus meditaciones originales están muy pegadas al idioma alemán, y debe ser endiabladamente difícil traducirlas): muchas veces, el recurso al pie de página es inevitable. Poco puedo hacer para juzgarla, pues, como se nos tiene dicho y con razón, la unidad es el texto. En cualquier caso, el lector curioso dispone de una traducción al castellano, salida al mismo tiempo que la catalana. Lo único que puedo decir es que he salido indemne (aparentemente), lo cual no es poco.