Donald Evans
The World of Donald Evans
Obras de Donald Evans, con texto de William Eisenhart
A Harlin Quist Book (1980)
ISBN 0-8252-9658-7
Parte de una emisión de Yteke para promocionar el turismo. Pintado en 1972
Llegué a conocer esta obra a partir de ese compendio de extraños saberes y aún más extraños encuentros y sucesos que es What am I doing here?, de Bruce Chatwin. Allí se nos explica que Donald Evans tiene por ocupación y vocación pintar sellos de correos de países imaginarios. Entre los 26 y los 31 años de edad (falleció al incendiarse su casa en Amsterdam) pintó con acuarelas y a tamaño natural miles de sellos de correos. Pintar sellos permite imaginar un país, jugar con variaciones sobre un tema (diferentes colores, diferentes objetos, diferentes marcos, etc.), diseñar matasellos, crear series de coleccionista, cartas mataselladas, y mostrar acontecimientos históricos diversos.
The World of Donald Evans es, hasta donde hemos alcanzado a conocer, el único libro recopilatorio de la obra de Donald Evans. Ciertamente Evans mantenía un catálogo de su propia obra (el Catálogo del Mundo) y se proyectó un libro infantil, Postcards to Gopshe, recopilación de las postales que la Princesa Yteke (trasunto de la bailarina del Nederlands Dans Theater Yteke Waterbolk) enviaba a su mascota Gopshe (de hecho, la mascota de un amigo de Evans) desde diferentes lugares del mundo, pero al parecer nada de esto se ha llegado a publicar. The World ... consiste en una introducción (algo confusa) de William Eisenhart a la figura de Evans, seguida de una selección de algunas series del Catálogo. La impresión de los sellos es magnífica, y los comentarios de cada serie nos informan sobre las características de cada país, así como algunas peculiaridades de la serie. Allí podemos encontrar países vagamente neerlandeses, como Achterdijk o Nadorp; reinos escandinavos como Lichaam en Gest (Cuerpo y Alma) que posteriormente se fusionarían en el reino de Yteke; países donde se celebra la comida, como Jantar o Mangiare (con su región autónoma Pasta). También encontramos emisiones de países del trópico, como las Islas Tropides o Amis et Amants, o de países vagamente distantes y corruptos, como Banana o Katibo (éste último antigua colonia de ultramar del reino de Caluda). Y algunos no nos perdonarían que olvidáramos el país de Cadaqués, para el que Evans pintó una emisión de sellos con motivos vegetales a raíz de su estancia en 1975, en el antiguo apartamento de Marcel Duchamp. La inspiración de Evans venía de las charlas con sus amigos, de obras de teatro o danza, o de su deseo de pintar determinados motivos: alimentos, plantas, mariposas, molinos de viento, cerámicas chinas (para las que creó Sung-Ting) o incluso fichas de dominó (sellos emitidos por el Estado de Domino). Aunque no parece que sea un valor en alza en el mercado del arte, habitar por unas horas en el mundo de Donald Evans es una experiencia muy agradable.
P.S: Al parecer Donald Evans no es del todo desconocido en la blogosfera. Véase esta entrada, de donde he tomado la ilustración. También es interesante, aunque algo engorrosa de ver, la página de la galería Tibor de Nagy.
Obras de Donald Evans, con texto de William Eisenhart
A Harlin Quist Book (1980)
ISBN 0-8252-9658-7
Llegué a conocer esta obra a partir de ese compendio de extraños saberes y aún más extraños encuentros y sucesos que es What am I doing here?, de Bruce Chatwin. Allí se nos explica que Donald Evans tiene por ocupación y vocación pintar sellos de correos de países imaginarios. Entre los 26 y los 31 años de edad (falleció al incendiarse su casa en Amsterdam) pintó con acuarelas y a tamaño natural miles de sellos de correos. Pintar sellos permite imaginar un país, jugar con variaciones sobre un tema (diferentes colores, diferentes objetos, diferentes marcos, etc.), diseñar matasellos, crear series de coleccionista, cartas mataselladas, y mostrar acontecimientos históricos diversos.
The World of Donald Evans es, hasta donde hemos alcanzado a conocer, el único libro recopilatorio de la obra de Donald Evans. Ciertamente Evans mantenía un catálogo de su propia obra (el Catálogo del Mundo) y se proyectó un libro infantil, Postcards to Gopshe, recopilación de las postales que la Princesa Yteke (trasunto de la bailarina del Nederlands Dans Theater Yteke Waterbolk) enviaba a su mascota Gopshe (de hecho, la mascota de un amigo de Evans) desde diferentes lugares del mundo, pero al parecer nada de esto se ha llegado a publicar. The World ... consiste en una introducción (algo confusa) de William Eisenhart a la figura de Evans, seguida de una selección de algunas series del Catálogo. La impresión de los sellos es magnífica, y los comentarios de cada serie nos informan sobre las características de cada país, así como algunas peculiaridades de la serie. Allí podemos encontrar países vagamente neerlandeses, como Achterdijk o Nadorp; reinos escandinavos como Lichaam en Gest (Cuerpo y Alma) que posteriormente se fusionarían en el reino de Yteke; países donde se celebra la comida, como Jantar o Mangiare (con su región autónoma Pasta). También encontramos emisiones de países del trópico, como las Islas Tropides o Amis et Amants, o de países vagamente distantes y corruptos, como Banana o Katibo (éste último antigua colonia de ultramar del reino de Caluda). Y algunos no nos perdonarían que olvidáramos el país de Cadaqués, para el que Evans pintó una emisión de sellos con motivos vegetales a raíz de su estancia en 1975, en el antiguo apartamento de Marcel Duchamp. La inspiración de Evans venía de las charlas con sus amigos, de obras de teatro o danza, o de su deseo de pintar determinados motivos: alimentos, plantas, mariposas, molinos de viento, cerámicas chinas (para las que creó Sung-Ting) o incluso fichas de dominó (sellos emitidos por el Estado de Domino). Aunque no parece que sea un valor en alza en el mercado del arte, habitar por unas horas en el mundo de Donald Evans es una experiencia muy agradable.
P.S: Al parecer Donald Evans no es del todo desconocido en la blogosfera. Véase esta entrada, de donde he tomado la ilustración. También es interesante, aunque algo engorrosa de ver, la página de la galería Tibor de Nagy.
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