Obras públicas
Ivo Andrić
Un puente sobre el Drina
Debolsillo, 2003. 498 páginas
ISBN 84-9759-777-X
Traducción de Luis del Castillo Aragón, revisada por René Palacios More
Título original: No Drini Cuprija
Esta es la historia de la ciudad bosnia de Višegrad y del puente sobre el río Drina que allí se encuentra, fundación piadosa del gran visir Mehmed Pašha Sokolović. Desde que finalizó su construcción hacia 1571, hasta la Primera Guerra Mundial, el puente sobre el Drina fue una de las comunicaciones entre Oriente (Bosnia) y Occidente (Serbia), primero bajo el dominio del imperio otomano, y después del imperio austrohúngaro. Durante años convivieron allí turcos, serbios, judíos y cíngaros (a los que se añadirían más tarde los funcionarios y soldados austrohúngaros), sembrando las semillas del odio, que brotarían en el siglo XX con los tristes resultados de todos conocidos.
Más que una novela, es una sucesión de historias sobre los habitantes de Visegrad, en los que el puente juega el papel de escenario "blanco, puro de líneas, joven e incólume, perfectamente hermoso y sólido, más sólido que todo lo que el tiempo pudiese brindar, más fuerte que todo lo que las gentes pudieran pensar o hacer" (368). En estas historias, Andrić muestra un profundo conocimiento de la naturaleza humana. En este aspecto, la obra es similar a Un buen partido de Vrikam Seth (una lectura muy recomendable para el verano, por cierto), aunque quizá Andrić sea más sabio y Seth más ingenioso, por así decirlo. El estilo es muy vivo, brillando especialmente en las descripciones, y la traducción lo ha mantenido bastante bien. Véase, por ejemplo, cómo Andric nos muestra los peligros del alcohol:
Los bebedores de rakia más notables y más inveterados guardan silencio, retirados en los rincones más oscuros. Detestan el tumulto y el desorden. Les gusta la sombra y el silencio del lugar en el que se encuentran, sentados ante su vaso de rakia, que para ellos es algo sagrado. Con el estómago ardiendo, el hígado inflamado, los nervios de punta, sin afeitar y vestidos de cualquier modo, indiferentes hacia todo el mundo, hastiados de sí mismos, permanecen sentados y beben, y mientras beben, esperan que se encienda por fin en su conciencia esa luz milagrosa con la que la bebida alumbra a aquellos que se abandonan a ella completamente, esa luz por la que es dulce sufrir, caer y morir y que desgraciadamente, con los años, brota cada vez menos y cada vez más débilmente. (288)
Actualmente, el puente sobre el Drina todavía existe, aunque bastante maltrecho debido al paso de los años, las guerras balcánicas y la domesticación de los ríos centroeuropeos...
Etiquetas: Balcanes
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