miércoles, octubre 19, 2005

Una grandiosa miniatura


El paseo
Robert Walser
Traducción de Carlos Fortea
Ediciones Siruela 2005
ISBN: 84-7844-324-x
80 páginas

Los ojos del poeta se sorprenden, se escandalizan y se extasían ante los hechos cotidianos y los personajes con los que se cruza durante su paseo matutino. Como Peter Handke en "La tarde de un escritor" o en "El momento de la sensación verdadera", Robert Walser (1878-1956), muchos años antes, hace de la descripción de un despreocupado paseo una admirable pieza de orfebrería. Lo más importante en "El paseo" no es lo que Walser (el poeta) cuenta, sino cómo lo cuenta. De manera originalísima establece un constante diálogo con el lector, al que pide excusas y frente al que, a menudo, se justifica y se autocorrije. La narración y los diálogos (que, en realidad son casi siempre monólogos) e incluso las preguntas retóricas que va lanzando, se hacen en un lenguaje tan sumamente educado y respetuoso que llegan a asombrar, y pasajes como la discusión con el sastre, las argumentaciones ante el funcionario de hacienda, el almuerzo en casa de la dama que amenaza con hacerle comer hasta reventar, o la lectura del cartel de la posada que explica lo que pueden esperar los clientes y cómo deberán ser éstos para poder ser admitidos, llegan a provocar auténticas carcajadas.
El paseante reivindica su caminata como fuente de inspiración y se defiende frente a quienes puedan pensar que sus pasos están guiados solamente por la ociosidad. La mejor historia se encuentra en las calles, en los caminos, en el bosque y en las tiendas; no hay mejores personajes que los habitantes de una comarca rural con los que se cruza, ni mayor aventura que la realización de trámites cotidianos.